Graciosa

Graciosa constituye la isla más septentrional del grupo central de las Azores. Es la segunda más pequeña del archipiélago (61 km2), con una longitud máxima de 12,5 km y una anchura de 8,5 km. También es la más baja, con tan solo 398 m de altitud (Pico Timão), y la menos montañosa del archipiélago, ya que en ella predominan los terrenos llanos con elevaciones suaves. Los acantilados costeros, sin embargo, alcanzan hasta 300 m de altura en el lado sur, concretamente en la zona conocida como Serra Branca. En otras zonas del litoral predominan las “islas bajas” formadas por plataformas lávicas que entran en el mar, como las de Baia da Caldeirinha – Porto Afonso, en el oeste; Ponta da Pesqueira, en el lado norte; y Lagoa y Carapacho, en la mitad sur de la isla. Por otro lado, destaca el cráter calderiforme que se encuentra en el sector suroccidental, denominado Caldeira, donde se sitúa la cota máxima insular. Además, existen dos islotes importantes, el Ilhéu de Baixo, frente al extremo suroeste de la isla, y el Ilhéu da Praia, ubicado más al norte. El volcanismo reciente se aprecia tanto en las alineaciones de conos de cinder existentes en sentido oeste-este y nordeste-suroeste como en la ya citada caldera y en los “malpaíses” o campos de lava reciente que son visibles en varios sectores de la isla.

El clima local se considera el más seco del archipiélago, teniendo en cuenta sobre todo la baja altitud y su orografía, que no se puede equiparar a la del resto de las Azores. La precipitación media anual oscila entre los 878 y 1.105 mm, valores correspondientes a las dos estaciones meteorológicas establecidas desde hace varias décadas, situadas en cotas bajas (30 y 50 m respectivamente). Por otra parte, al igual que ocurre en la generalidad de las Azores, el número de horas de sol al año es bajo, debido a la alta nubosidad imperante, registrándose el valor máximo en agosto y el mínimo en diciembre. En cuanto a las temperaturas, la media anual es de 17ºC, siendo la variación térmica diurna y anual más bien tenue, debido a la acción reguladora del mar.
La población actual de Graciosa es de 4.400 habitantes (2011), concentrada mayoritariamente en la capital, Santa Cruz da Graciosa, que constituye el único municipio de la isla, aunque otros núcleos de población de importancia son Guadalupe, Luz y Praia (São Mateus). Un aspecto a destacar es la pérdida de población apreciable entre 1900 y 1920 y a partir de la década de 1950, causada por la emigración a países como Estados Unidos, Brasil, etc., e incluso a otras islas del grupo central de las Azores.

La economía de esta pequeña isla se basa en gran medida en el sector agropecuario, siguiendo la tónica del conjunto del archipiélago a lo largo de la historia. Sin embargo, debido a la baja fertilidad de sus suelos y a la alta influencia salina causada por la maresía, los cultivos de cereales y viña se establecieron en zonas del interior con mejores condiciones. En la actualidad una gran parte del territorio se dedica al pastoreo, ya que tanto la leche como sus productos derivados adquieren una gran importancia en la economía del archipiélago. La reducción de las cuotas de pesca, siguiendo las directrices de la Unión Europea, ha producido un descenso paulatino del sector. Por esta razón, y pese al incremento del turismo en las últimas décadas, asociado a la construcción de un aeropuerto y un puerto comercial en la década de 1980, la isla sufre un cierto estancamiento.

Graciosa fue descubierta por navegantes portugueses en el primer cuarto del siglo XV, y que antes de ser ocupada se soltó ganado en ella, hacia la década de 1440, para que fuera más fácil su poblamiento, que tuvo lugar poco después. Muchos de los primeros colonos procedían de las regiones de Beiras y Minho, en Portugal continental. En el siglo XIX, concretamente en 1831, las tropas liberales que luchaban en el contexto de la Guerra Civil Portuguesa (1828-1834) tomaron la isla. Varios personajes relevantes han recalado en la isla en distintas épocas, como Chateaubriand, el poeta Almeida Garrett o el Príncipe de Mónaco, en 1814. También han tenido lugar episodios trágicos, como ataques de piratas y corsarios o grandes catástrofes naturales, entre ellas los terremotos, como el que se produjo en 1730, que destruyó completamente algunas poblaciones de la isla.

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