Azores
La geología del archipiélago de Azores es bastante complicada, no sólo por su origen volcánico, sino también por su situación geotectónica. Estas islas son el resultado de la actividad volcánica asociada a la triple conjunción de las placas litosféricas de América, Eurasia y África. Las Azores emergen sobre la denominada Plataforma de Azores, desde unos 2000 m de profundidad, formando una región de morfología muy accidentada que ocupa una superficie de casi 5.8 millones de km2. Se trata de una estructura básicamente distensiva, afectada por diversas fallas transformantes de dirección E-W, y muy activa desde el punto de vista sísmico y volcánico.
Este archipiélago está formado por nueve islas y varios islotes, así como numerosos volcanes submarinos, con una disposición en forma de triángulo, y está atravesado por la Dorsal mesoatlántica. El grupo de islas occidentales (Flores y Corvo) está situado sobre la placa americana, que se está moviendo hacia el oeste, mientras que las islas centrales (Terceira, Graciosa, San Jorge, Pico y Faial) y las orientales (Sao Miguel, Santa Maria y Formigas) siguen una alineación compleja que tiende hacia el WNW-ESE.
La formación de la plataforma de Azores comenzó hace unos 36 millones de años (Ma en adelante), relacionado con una migración hacia el norte de la zona de conjunción de las placas hasta su posición actual. Hace 10 Ma una anomalía térmica origino un volcanismo tipo punto caliente que origino una compleja historia volcánica. La plataforma de las Azores está principalmente constituida por materiales volcánicos basálticos de características alcalinas. Las edades isotópicas más antiguas obtenidas en materiales subaéreos de cada una de las islas, indican que Santa Maria fue la primera en emerger, hace 8.12 Ma. Formigas, Terceira, Graciosa y Flores lo hicieron durante el Plioceno (entre los 4.65 y 2.15 Ma, respectivamente), y Faial, Corvo, S. Jorge y Pico en el Cuaternario (desde 0.73 a 0.25 Ma). No obstante, las edades del volcanismo de las islas siguen siendo muy controvertidas.
Recientemente, varios trabajos, basados en datos batimétricos, gravitacionales y sísmicos, han propuesto un nuevo modelo de formación de la plataforma de las Azores. Se propone que, actualmente, esta región es un estrecho límite de placa que consiste en varios bloques tectónicos situados entre dos sistemas de fallas. Estas fallas establecen el marco donde se desarrollaría el volcanismo que daría origen a las islas.
En lo que se refiere a la evolución geológica del archipiélago, al igual que ocurre en otras islas de la Macaronesia, se evidencia una alternancia de fases de intensa actividad volcánica con periodos de erosión. En el caso de Santa María, la isla de mayor antigüedad y la más estudiada desde el punto de vista estratigráfico, la base de la secuencia premiocena está formada por piroclastos estratificados de origen submarino y escorias subaéreas. Por encima, entre los 5.7 y los 8 Ma se depositan coladas basálticas, alternando con finos depósitos piroclásticos, todo atravesado por diques, generados durante un volcanismo fisural. Ya en el Plioceno se encuentran rocas sedimentarias que comienzan con niveles de conglomerados brechoides, correspondientes a depósitos de aluvión, sobre los que se asienta una colada basáltica subaérea. Estas lavas son cubiertas por niveles sedimentarios y materiales volcánicos que indican un ambiente marino, y que están formados por calcarenitas fosilíferas, conglomerados y lavas submarinas. Durante el Cuaternario, una nueva transgresión del nivel del mar ocasiona el desarrollo de una plataforma de abrasión sobre la que se depositan niveles de arcillas, arenas, calcarenitas fosilíferas y cantos redondeados. En algunas islas aparecen edificios hidromagmáticos y domos traquíticos, como es el caso de Saõ Miguel, producto de un volcanismo más explosivo.
En tiempos históricos, concretamente durante los últimos 550 años, se han producido 28 erupciones históricas. Esta actividad volcánica se ha centrado, predominantemente, a lo largo del rift de Terceira, y han acontecido en las islas de S. Miguel, Terceira, S. Jorge, Pico y Faial, el mejor registrado el de Capelinhos (Faial) ocurrido en 1957. También como consecuencia de su encuadramiento geotectónico, Azores ha sufrido una intensa actividad sísmica, normalmente de magnitud baja.
Al contrario de lo que ocurre en el resto de los archipiélagos de la Macaronesia, Azores muestra un desarrollo muy restringido de rocas sedimentarias antiguas, casi en su totalidad de origen marino. Además, el registro paleontológico está prácticamente dirigido a los fósiles marinos, existiendo muy pocas referencias sobre yacimientos terrestres. La isla de Santa Maria es la mejor estudiada, con depósitos fosilíferos que abarcan desde el Mioceno-Plioceno hasta el Pleistoceno, y que corresponden generalmente a niveles horizontales de calizas, areniscas, conglomerados y brechas, intercalados entre los materiales volcánicos. Estos depósitos normalmente muestran un espesor de 3-4 m, y se localizan a diferentes alturas (hasta 400 m) sobre el nivel del mar.
En los yacimientos marinos del Mioceno de Santa Maria se ha registrado una rica fauna fósil, entre los que destacan foraminíferos bentónicos y planctónicos (Cibicides, Planurbulina, etc.), que indican un medio somero con aguas cálidas. También se ha listado un gran número de especies de gasterópodos, bivalvos, equinodermos, briozoos y crustáceos, que señalan un periodo de depósito entorno al Mioceno superior – Plioceno inferior (7-5 Millones de años). También en estos yacimientos han aparecido restos de cetáceos (Mesoplodon sp.) y tiburón (Carcharodon sp.).
Posteriormente, ya en el Pleistoceno superior, se formaron nuevos yacimientos marinos, playas levantadas, que se encuentran expuestos a 2-3 m sobre el nivel del mar. En estos depósitos también se encuentra una gran cantidad de fauna, destacando los moluscos. Entre ellos aparecen varias especies que actualmente no se distribuyen en Azores, y que corresponden a condiciones oceanográficas diferentes a las de hoy en día, cuando la temperatura del agua y las corrientes oceánicas permitieron la llegada de especies tropicales (Cypraea picta, Polinices lacteus, etc.).
Si bien, como ya se ha mencionado, los fósiles terrestres son muy escasos, existen algunos datos de restos vegetales fosilizados en las islas de Terceira, Faial y Pico, encontrados entre materiales volcánicos tobáceos y cenizas. Estos fósiles corresponden a impresiones de hojas y troncos de plantas (Asplenium, Juniperus, Picconia, etc.). Es remarcable la ausencia total de citas de yacimientos con restos de gasterópodos terrestres, fósiles tan comunes en el resto de la Macaronesia.
El archipiélago de Azores se sitúa a unos 1.380 km de Portugal continental y está formado por un total de nueve islas, que se distribuyen en tres grupos: el oriental, con Santa Maria y São Miguel; el central, con Terceira, São Jorge, Graciosa, Pico y Faial; y el occidental, con Flores y Corvo. Estas dos últimas islas se encuentran en la placa tectónica americana y no en la europea como las demás, y bastante más cerca del continente americano, en concreto a 1.930 km de distancia de la isla de Newfoundland (Canadá). São Miguel, con 757 km2de superficie, es a la isla mayor y su vez la capitalina, mientras que Corvo, con 17 km2, es la más pequeña. La superficie total del archipiélago es de 2.344 km2, y su altura máxima se encuentra en la cima de la isla de Pico (2.351 m).
Debido al origen reciente de la mayoría de las islas, prácticamente no existen grandes barrancos, excepto unos pocos, como los que se encuentran en el este de la isla de São Miguel, una de las zonas más antiguas del archipiélago. Sin embargo, destacan los acantilados costeros existentes en todas las islas, las grandes calderas de origen volcánico (en especial las de São Miguel, Terceira, Faial y Flores) -casi siempre con lagos naturales- y las alineaciones de volcanes o conos de cínder recientes, bien visibles en las islas de São Jorge y Pico. En particular, destaca por sus dimensiones y aspecto general el volcán central de la isla de Pico, que es un estratovolcán como el Teide, en Tenerife (Canarias), o el Pico Novo, en Fogo (Cabo Verde), aunque sin una caldera alrededor como en el caso de los anteriores.
El clima de las Azores es muy peculiar, como refleja el propio hecho de que un anticiclón que afecta con frecuencia al continente europeo lleve su nombre. Destaca el régimen de precipitaciones, que es el más alto, con diferencia, de toda la Macaronesia, ya que hay islas en las que la media anual puede rondar los 4.000 mm, como es el caso de Flores. Este valor tiene una diferencia de más de 1.000 mm con respecto a los más altos registros conocidos para Madeira y tres veces superior a los valores conocidos para Canarias. En cualquier caso, la media anual para el conjunto del archipiélago se sitúa entre 1.000 y 1.600 mm al nivel del mar. La humedad relativa también es muy alta, llegándose a alcanzar en ciertas zonas el 95%, siendo el grado de insolación bastante bajo, ya que en las dos islas más orientales -las más favorables por su situación geográfica- la media anual de días con sol no supera los 73. Por otro lado, hay que destacar que la temperatura del mar es mayor de lo esperado por la latitud de las islas, debido a su posición geográfica, en plena ruta de la corriente cálida del Golfo.
El ambiente marino de las Azores está influenciado por el anticiclón que lleva su nombre y por la Corriente del Golfo que en esta región oceánica transporta aguas relativamente cálidas. El Archipiélago tiene un elevado interés conservacionista, biológico y biogeográfico, debido a su edad reciente y a su posición aislada en medio del océano Atlántico.
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